Si a ese estado de la economía, se suma el cuadro de los cientos de reconcentrados y refugiados que poblaban las afueras de la ciudad, cargándolos con más demandas y miserias, podría concebirse el panorama aproximado de Santiago de Cuba durante aquel 1874. Acaso servía de buena ilustración esta información que Emilio Bacardí insertó en la página 62 del tomo 6 de sus Crónicas de Santiago, en la cual dice así:
|